Roblealto

Nutrición Real, Más Allá de una Nutrición Saludable

The real nutrition, beyond a healthy nutrition

Una de las nuevas tendencias del mercado es buscar envases de alimentos que contengan frases como: “libre de…”, “bajo en…” o “no contiene…”. Se dice que son buenos para el organismo y a menudo se consideran una buena forma de cuidar la salud. Pero la pregunta que debemos hacernos es si este tipo de productos son realmente funcionales para el cuerpo.

Los seres humanos, por imitación social, tienden a repetir lo que hacen los demás, ya sea porque les gustan los resultados obtenidos por otras personas, por moda o para sentirse parte de un grupo; sin embargo, lo que funciona para un organismo no necesariamente funcionará para otro.

Dejar de consumir ciertas sustancias, ingredientes, productos o alimentos, debido a la moda o la tendencia, y ver que no se obtienen los resultados esperados, puede generar desánimo, reforzar o aumentar los malos hábitos alimenticios e incluso provocar algún tipo de trastorno alimentario.

La clave para lograr una dieta saludable y funcional podría estar en realizar un diagnóstico profundo y sincero sobre los alimentos que consumimos y evaluar si realmente nos aportan los nutrientes necesarios y cumplen su función en el organismo.

Es aquí donde podemos empezar a aprovechar aquellos alimentos con propiedades extraordinarias, aquellos que brindan beneficios adicionales más allá de simplemente saciar nuestro apetito. Aquí es donde los alimentos funcionales se destacan y cobran importancia.

Los alimentos funcionales son aquellos que no solo son saludables, sino que también proporcionan otros componentes nutritivos que otorgan beneficios adicionales para la salud, contribuyendo a la prevención y el tratamiento de enfermedades cardiovasculares, cáncer, estrés oxidativo, regulación hormonal, enfermedades crónicas no transmisibles, entre otras. Esto se logra mediante sustancias como fitoesteroles, licopeno, bioactivos específicos, antioxidantes, ácidos grasos y probióticos, que desempeñan un papel específico en las funciones fisiológicas del organismo, brindando grandes beneficios.

Algunos ejemplos de alimentos funcionales son: yogur enriquecido con probióticos, aceite de soja, tomates, frutas y verduras de colores vivos (zanahorias, espinacas, cebolla morada, ajo, arándanos), pescado con alto contenido en grasa, legumbres como la soja, pescado azul, frutas ricas en vitamina C como la guanábana, entre otros.

Los resultados de este tipo de alimentación funcional no se obtienen de la noche a la mañana y requieren constancia. Busca un cambio de estilo de vida, un modelo personalizado que dependa al 100% de tu organismo, no de alimentos ni dietas de moda, y que genere un modelo alimentario más funcional que mejore tu salud en general.

Si una persona decide bajar de peso, mejorar sus hábitos alimenticios o sanar su relación con la comida, es necesario que encuentre al profesional adecuado que la acompañe en el proceso y le enseñe a disfrutar de la comida de forma saludable y sin remordimientos. Por eso, para lograr una nutrición integral, más allá de una alimentación saludable, es fundamental escuchar las necesidades de nuestro cuerpo de forma más consciente y utilizar los alimentos de manera intencional. Esta es la mejor estrategia para una buena salud a largo plazo, y no un logro pasajero.